Desde que llegué a Santiago, no me había animado a venir al GAM (qué ganas de escribirlo con las letras del logo que son tan buenas). Este lugar, acoge el renacimiento del espacio en donde en algún momento se tomaron las peores decisiones para nuestro país.
Justo hoy, jueves 19 de mayo, el día mas frio desde que llegue a Chile, y ni tan abrigada, decidí dejar de forzar la siesta que no se da fácil para quienes llevan casi un año sin mucha actividad, me puse unos tacos y salí a la calle.
Esta gigante construcción conformada por varios materiales, principalmente madera y algunos metales que le “lloran” (es como decía mi abuelita a lo que le combina, ya?), me hizo sentir altiro cómoda y acogida al entrar.
Bajé a la Sala de Artes Visuales por una monumental escalera de madera, casi caracol, pisando el rico parquet, y casi sacándome la miechica con mis tacos, a punto de salvar mi vida afirmándome de una de las personas que estaban por presenciar la expo guiada “El escenario de la Ilusión: sonido, luz e ingeniería en el teatro barroco”
En la sala que es bastante grande, había una serie de maquinarias, de madera, conocidas como “ingenios”, hechas a mano con una inigualable precisión y además daban ganas de ponerse a jugar con ellas, aunque no se sabía para que servían hasta que los guías empezaron a hablar. Y el público a sumergirse más en este galpón ligeramente iluminado y muy muy café.
En el teatro barroco del siglo XVI, especialmente en España, la idea era recrear una fiesta de las sensaciones, la experiencia total de lo que la obra quería representar y hacer realidad. Así como ahora, igual, pero más, porque como no disponían de tecnologías tan rápidas y “menos humanas”, lo hacían en forma artesanal: con sonidos, luces y efectos reales creados con elementos de la naturaleza directa de las cosas. Esto me hace recordad que una vez hicimos la casa de Bernarda Alba en el colegio (yo fui Adela, a la que Pepe Romano llevaba a los juncos de la orilla, ojo), y para darle más realismo a la casa, pusimos una cocina y lentejas con chorizo a cocinar.
La cosa es que estos españoles Barrocos usaban grandes maquinas generalmente de madera y metal (como el GAM) para reproducir los sonidos de la natura en la manera más realista posible. Así, estos elementos formaban parte viviente del cuerpo del espectáculo, provocando los sonidos de la lluvia, tormentas, truenos, relámpagos, el mar, terremotos, caballos galopantes, o lo que podría ser un incendio.
En el GAM expo-guiado, explicadísimo, interactivo, al final de que cada pieza era debidamente presentada y nosotros podíamos manipularlas, los espectadores armamos entre todos una escena original utilizando estos elementos, una tormenta en alta mar: con olas de utilería, ruido, de trueno, relámpagos y lluvia. Y ya que se logra integrar a todos con ese manoseados conceptos llamados arte y cultura, la tempestad si se arma y funciona muy bien, en este punto de encuentro, , entre Plaza de Armas y plaza Italia.
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