miércoles, 22 de septiembre de 2010

This does not have to be your last taste of Africa.

 Después de un tranquilo viaje de 8 horas, estoy en el futuro (como dice la influyente y ridícula Val): cuando en Chile son las 5:48 am, acá en Sudáfrica son las 11:48 am. Del sábado 4 de septiembre.
No conozco el lugar donde voy, no conozco bien al hombre con el que voy a vivir, pero lo quiero. La sensación de NADA y confianza tienen mucho que ver en este momento: es como lanzarse al vacío, que sabes que no es vacio, aunque no tienes pruebas concretas de que es lo que hay ahí.
La primera vista de África desde el avión, coincidió con esta sensación de bastedad, mucho espacio, mucha tierra para sembrar, cosechar y construir.


Me siento físicamente exhausta, con dolor de cabeza,  la garganta, la nariz y  los labios secos; estornudo y tozo bastante.  También me duele el trasero como si hubiese sido infiel la noche entera, además de los brazos y todos los dedos que tiene el cuerpo. La alegría de mi interior no coincide para nada con este deplorable estado físico.
Cuando llegué lo único que quería era estirar bien las piernas, así que después de cambiarme ropa y pasar a cotizar unas lindas hawaianas, me acomodé en una fila de 5 asientos seguidos, bien abrazada de la cartera y con la cabeza en mi bolsito de mano, que estaba a punto de explotar. Mientras trataba de encontrar mi sueño, pensaba en Tom Hank s y esa película que no he visto donde él vive en aeropuertos (La terminal, creo que se llama).  Yo y mi propia versión de La Terminal con “Pasajera en trance”, de Charly Garcia como banda sonora. http://www.youtube.com/watch?v=gq6suWNmYiA
En posición horizontal, previa al sueño empiezo a divagar sobre mi seguridad personal, tirada ahí, durmiendo sobre mis cosas en el aeropuerto.  Imagino que vendrán unos a robarme, algo, y mientras lucho para alejar este mal pensamiento, me pongo al día con las cosas perdidas en el viaje, hasta este momento: y eso es mi reloj nuevo, el que me regalaron mi jefe y su esposa antes de partir. Fue en policía internacional de Chile. Ellos me hicieron sacarlo al pasar la banda de metales y ponerlo en esa cosa de plástico que avanza. Al pasar, tomé lo demás, menos el reloj. Una vez en el avión me “informé” de que no lo tenía. Creo que ellos se dieron cuenta y no hicieron nada. Putos. Ya me estaba acostumbrando a tener reloj, después de casi 10 años sin uno.  Luego en Buenos Aires, vi como una chica le devolvía una maletita como de manicure a un viejito que la había olvidado. (y eso que los argentinos tienen más fama de corruptos que los chilenos)
 Debo haber dormido ahí alrededor de una hora, con una escala de 2 minutos entre medio. 
Me reincorpore y partí camino a por un cafecito.  Encontré el New s café, con vista a las lozas, me instale y pedí un cappuccino.
Mientras me daba cuenta que aun se respira el mundial acá, e incluso suenan bubuzelas desde una tienda de deportes, quise sacar mi netbook para retomar esta historia. Y no estaba en mi cartera. Mi netbook, comprado especialmente a don Pato Urbina para traerlo a la aventura, había desaparecido.
Me vi durmiendo ahí, burlada mi auto seguridad con maestría que solo un africano puede lograr. ¡Siempre los he admirado! Negros bacanes, como me robaron mi cosita sin siquiera hacerle cosquillas al aire que estaba respirando
“Are your ready for ordering mam?” (Ah si poh, si me están diciendo señora hasta en ingles)
“No. I have a problem, my laptop is not in my purse”
Me paré y  fui a mirar a mi  “cama”. Obviamente no había nada.
Luego el baño. Nada. ¡Claro que nada! Si alguien lo encontró, seguro se lo llevó.
Yo quería preguntar a la chica que limpiaba el baño, pero me daba lata. Los africanos parecen estar siempre enojados, al parecer no usan las sonrisa  porque si. Como una. Además, no sé porque, pero creo que la gente acá no me entiende el inglés a la primera. Chao con el baño.
Ya sacando las cuentas de cómo haría para comprar un nuevo equipito, volví a la tienda de las hawaianas. Aprovecharía de comprarlas y de pasada, hacer el ridi y preguntar si mi pequeño estaba ahí. La chica estaba hablando por teléfono y al ver mi cara de poto, dejo de hablar
Me miro con cara de total pregunta,  totalmente  y, según yo, enojada. La voz me salió como con 10 segundos de retraso.
“Hello.. eee.. have yo seen…a a a …”
“A laptop?” dijo superseguradesimisma, y me devolvió el alma al cuerpo.
Ahí estaba. Si. No sé cómo, de verdad no me pregunten, pero pase del baño a esa tienda, con el coso en la mano. Y lo deje arriba de una caja de cartón, para sacar algo de mi cartera.
“Thanks good!!!” …Y  casi le digo a la chica que la  “i love you” pero me arrepentí. Y salí de ahí sin comprar las chalitas porque se me olvido.
Después de todo eso, estoy acá, en la misma mesita del New Café, hasta el garzón me felicitó por haberlo encontrado . Mientras suena lady gaga, espero mi cajun chicken ensaladita
Comí, y pague la cuenta + tip, con gusto al chico que atendía las mesas bailando, y que me consiguió vuelto en dólares con un señor de otra mesa, me fui a la tienda de accesorios, por tercera vez,  a realizar mi primera adquisición africana: estas chalitas

Ya arriba de mis hawaianas salvajes, me encaminé hacia la puerta de embarque, avanzando  lentamente por los pasillos repletos de duty free.  Llegue a la puerta y había al menos 5 Nigerianos esperando su apertura. Negros como grises oscuros, ese es su color. Con sus trajes de blusón y pantalón de telas típicas, súper colorinches. Una mamma gorda con turbante, muy lindo. Y yo ahí, la distinta, sintiendo nervios de mirarlos mucho, estornudando, tosiendo y bostezando.  Ahí estaba yo, cada vez más ansiosa de mi nuevo presente.