domingo, 24 de octubre de 2010

Yo no trabajo (o soy mantenida) Cap II


"Las señoras de”.


La mayoría de las mujeres extranjeras que viven e Nigeria han venido porque sus maridos trabajan acá. Así como también pololos o novios, como en mi caso. Pero somos 2 (de las que conozco)  en esa situación, porque casi todas están casadas.

Igual hay algunas solteras, que han querido venir a estas tierras salvajes, por decisión propia y por su cuenta a trabajar, generalmente en puestos culturales en los consulados. 

Y también, hay otras que no vinieron y prefirieron permanecer en la comodidad de lo conocido y “seguro” de sus hogares en distintas partes del mundo. Mientras sus maridos ganan las buenas lucas que vale aceptar un trabajo en este país tan especial. Así, mantienen en mejores condiciones a sus familias, y de paso, algunos de ellos, a una que otra amiguita Nigeriana.  

Aunque no es imposible, es bastante difícil para alguien que no ha llegado contratado por una empresa, conseguir un trabajo estando acá.  Nadie se viene “a la aventura”, ni siquiera de turista. Por esta razón, y porque el marido gana lo suficiente, casi ninguna de las “señoras de”, trabaja.  Se ocupan de la casa, de los empleados (nana y cocinero que generalmente ya tiene contemplado para ellos la empresa) de los niños y de las compras. No es poca pega, pensándolo bien. Pero aun hay aun mucho tiempo por ocupar, además de intentar llenar el espacio que deja la distancia de tus amigos y familiares en tu país de origen. 

Entonces es cuando hay que encontrar la forma de restablecer tu mundo personal, encontrar amistades y actividades.  ¿Que hace la madamme si tiene cocinero, nana, chofer?: hace SOCIALES.

Cuando estaba casi recién llegada, me topé en la fiesta que hacen los brasilero cada mes,  con la única pareja de chilenos que conocí acá. El me pregunto como me sentía, si me acostumbraba. Lo típico

“Un poco aburrida la verdad, pero bien en general”.
“Pero dile a mi señora que te inscriba en las clases de baile... ahí van, bailan, copuchean y lo pasan súper bien”
“Aaaahh gracias. Le voy a preguntar” – Le dije con sonrisa

Al ratito me encontraba en la terraza, con mi vodka tónica casi tibio en la mano y gotitas de calor en la espalda, buscando a la Chilena que bailaba y copuchaba, mientras rogaba que fuera danza afro.

No era afro, pero si algo entre aerobics y baile entretenido, y además decían que se pasaba bien.  

“Es una actividad que organiza el Grupo Iberoamericano, así que primero te voy a llevar al almuerzo mensual  para que conozcas al grupo” me dijo la compatriota, que es una de las que tenia marido y  la suerte de tener un trabajo esporádico.  Acepté feliz.  Era ese momento de la noche cuando casi todo parece interesante y a mí me costaba un poco más decir que no.

Fue así, como a los pocos días me encontraba metida  en un condominio (o compound como les gusta decirle, aunque estés hablando en español) en unos de los barrios más lujosos de Lagos, “Banana Island” .

El lugar era algo así como un oasis en medio de esta caótica ciudad, y el lugar elegido para comedor, era una especie de sala multiusos con bar, cancha de squatch  en la planta inferior, gimnasio completo a la derecha, salida directa a la piscina, todo esto  rodeado por palmeras y los arboles sin nombre de los que ya he hablado antes.

Al entrar ahí, me di cuenta que solo había mujeres.  Y recordé en un flash mental, las palabras del un Llolleino que vive en Lagos,  en una conversa por chat que tuvimos antes de venirme:  “bueno, yo puedo ayudarte a conseguir pega, si no quieres ser  del grupo de las “señoras de”.  Saliendo de este lapsus caminaba pensando lo ilusa al creer que quizás sería una reunión mixta, en lunes, a la 1 de la tarde.  JA. 

Colombianas, argentinas, mexicanas, españolas, venezolanas, cubana, boliviana y  chilena, eran los acentos que podía distinguir en este grupo de al menos 10 mujeres, de entre 25 y 60 años (más menos)

Después de ningún recibimiento, y de asegurarme mi copa de tinto (no entendí porque tenían sudafricano y no chileno, si acá se encuentra en el súper, y este era el grupo iberoamericano) empecé a observar a mis contertulias, distribuidas en grupitos de 3 o 4, sentadas en las mesas. Las caras de aburrimiento de algunas, me hacían pensar que estaban ahí por nada, para matar el tiempo, no sentirse solas,   o por una extraña especie de lealtad al hecho de que “hay que tener actividades”. Cada segundo que pasaba, me sentía una observadora salida de contexto. 

Puse en un plato un poquito de todo lo que había en el bufete y me instalé en una mesa con otras 4 chicas más una perra, hija de una de ellas. Mi foto con el animalito, fue MI monento de ese dia.


Después de haber contestado “soy de Santiago de Chile” unas 4 veces (nada mas) y de escuchar sobre las ultimas remodelaciones capilares de esta, de las maletas abiertas en el aeropuerto de esta otra,  de la embarazada que no quiere parir en Lagos y de los difícil que es volver  a Nigeria después de unas vacaciones en tu país, se me acercó una de las mayores, con acento entre venezolano y colombiano (siempre los confundo) y me entrego un montoncito de papeles:

“Acá esta la ficha de inscripción y algunas informaciones sobre el grupo. La membrecía cuesta N$4.000 (cuatro mil nairas, algo así como 12 lucas). Ser socia te da derecho a estar informada de todas las actividades que hacemos y a participar en ellas si quieres".

Empecé a mirar la ficha que había que llenar, mientras pensaba ya en que podría decirle “no gracias” a la Señora. Las nairas ya las veía en mejor destino, convertidas en 2 pares zapatos chinos de los que venden en el mercado.

Nombre: ____________________________
Apellido: ____________________________
Nombre del esposo: ___________________

NOMBRE DEL ESPOSO ¡!!???

Compañía para la que trabaja el esposo: ______________

COMPAÑÍA PARA LA QUE TRABAJA EL ESPOSO ¡!!!??

No sé si alguna de las chiquillas tuvo el privilegio de ver mis ojos desorbitados en ese momento, casi saliendo con resortes hacia la mesa. Después de la impresión, se me escapó un discreto “nombre del esposo??? " en lugar del gran WTF?! interno que tenia en esos momentos.

“Si no estás casada, ponlo igual… no importa” me dijo otra que estaba por ahí cerca parando la oreja  y que no tenía idea de todo lo que pasaba por mi mente en ese momento. 

“Eeehh si,  gracias”.
Y mientras escribía el nombre de mi esposo que no era mi esposo pero que daba lo mismo, como entre  risa y nervios, pensaba que ya no era capaz de decirles que no me interesaba formar parte del grupo. Pensaba que nunca participaría ni de las clases de costura, ni de cocina, menos en el baile anual, los jueves de canasta, tardes infantiles, almuerzos y tecitos. Como explicarles que aunque se notaban todas my  buena gente y súper bien organizadas,  que yo era floja pal ejercicio y no sabía jugar a la canasta, y que en definitiva prefería mil veces pasar mi tiempo escribiendo, o interactuando con mis amigos casi imaginarios, en twitter.

Como  tantas veces en la vida, dije si queriendo decir no, y pagué mi cuota recibiendo de vuelta la info que toda  “señora de”,  y también yo y ud. eventualmente, deberíamos saber viviendo en Lagos:

·         *Supermercados y lo que se puede encontrar en cada uno (es difícil encontrar de todo en uno solo)

·         *Bares y discotecas para salir a carretear (aparecía solo uno de todos en los que nos habíamos emborrachado con mi novio)

·         *Colegios, Clínicas, Consulados, Mall y galerías ,Cines

·         * Instrucciones sobre cómo regatear en los mercados

Ya inscrita oficialmente, empecé a recibir los correos con distintos contenidos:  ofertas de artículos para comprar (equipamiento de golf, sillas de guagua, coches de guagua, bicicleta de niños. Nada que me interesara) , aviso de las clases de baile, invitación a un café por el cumpleaños de alguna socia a las 11 am en el Alto las Condes local,  tecito mas tour por el hotel de moda y la infaltable Canasta semanal.

Hay que reconocer que el grupo “Ibero” en sus casi 20 años funcionando muy bien organizado, es una buena instancia para generar una red de contactos en condiciones como en las que estaba yo cuando llegué.  Además realizan beneficencia social, que tanto hace falta por estos lados, ayudando a centros para personas desposeídas con alimentos y ropaje. Pero a mí, que soy esquiva a las actividades extra programáticas y sociales, y al “aprovechar” el tiempo (suelo perderlo mucho)  en cosas “porque si”, me cuesta pertenecer a grupos como este.

Nunca confirme mi asistencia a nada. Hasta que un día me llamo por teléfono una de las autoridades del grupo,  para preguntarme porque no iba a la Canasta. Acaso me sentía tímida, o desanimada?  La encontré my considerada. Y le respondí con la verdad: 

“Lo que pasa es que yo no sé jugar”