jueves, 23 de septiembre de 2010

Welcome to Nigeria / Bienvenida a Nigeria

Hasta ahora nunca había viajado en un avión de dos pisos. Me costó encontrar mi ubicación en la enorme nave;  mi asiento era en el segundo nivel y por suerte, también esta vez, al lado de la ventana y en primera fila. Yeah!

Cuando ponía mi bolsito-almohada arriba, un guatón, no negro, que estaba entado en la segunda fila, justo atrás de mi asiento, me dijo:
“¿What’s wrong with you”?  You always look so serious.. “
Le mostré mi mejor cara de “perdoooonn?”,  ceño fruncido y “que te pasa a ti idiot”? , tomé mi posición y comencé a estar nerviosa. Por todo.
La pareja indio-inglesa que me toco al lado, me reconfortó comentándome de su viaje a Chile (habían conocido casi todo el país el año pasado) Me preguntaron qué venia a hacer a Nigeria. “Good to know you are going to live in Victoria Island.” Me dijeron, como advirtiéndome de lo peludo de otros lugares en Lagos, mi nueva ciudad.
Después de 6 horas de vuelo casi perfectas, excepto por algunos golpeteos del guatón barsa en mi respaldo, el avión aterrizó de repente y sin aviso previo. Todo se apagó, quedando detenidos en medio de la loza: “Welcome to Nigeria” me dijo el señor Indio.
Fueron como 10 minutos en la loza, hasta que llegamos al buen lugar de aterrizaje. Saliendo del avión, el calor y la humedad ni siquiera pegaban una cachetada, solo  estaban ahí, como esperando que entraras de una vez, a esta otra dimensión del clima yo no había experimentado nunca antes en la piel y que me atrapo inmediatamente: sentí que la atmosfera me decía “te tengo”.
Primer control en aeropuerto: vacuna contra fiebre amarilla la única obligatoria para entrar al país Le pase mi papelito al encargado, que estaba vestido con ropa típica y su escritorio era como pupitre de quinto básico, Me costó como 10 minutos que cachara que SI estaba vacunada y que no me fuera a vacunar él, no dejándome pasar.
Tras superar lo anterior, bajé por una escalera mecánica siguiendo las indicaciones (entiéndase mano de una persona, no señaléticas), mirando este aeropuerto, que parece haberse quedado en los 80, sin ningún tipo de actualización. Luces tenues, espacios hechos para algo, pero que no se ocupaban para nada, locales abandonados… un poco de desolación.
Me sentí contenta haber quedado ese rato parada ahí porque así no vería al guatón molestoso del avión, pero me dio lata perder de vista al matrimonio amigo, porque quería despedirme de ellos.
Segundo control: Pasaportes y visas. Una fila para los nigerianos y otra para los extranjeros. Era como en el supermercado 24 hrs.: 10 cajas y una sola con cajer@. Muchos “stands” para el control,  pero todos vacios. La fila se preveía eterna, así que mientras tanto me entretuve haciéndole cariños al bebe de chocolate que una joven llevaba en brazos delante mío. Me abanicaba con mi pasaporte, nerviosa, expectante, ahuyentando las malas voces de mi mente .que murmuraban ”lo siento, su visa no es válida”. También sentí lata el ver que nadie le dio la preferencia en la fila a la mama de chocolatito, y yo no podía hacer nada. EN chile era defensora del derecho a fila y asiento de los necesitados, pero acá.. No creo.
La PDI Nigeriana le estaba haciendo atado a un joven con pinta de indio, cuando llegó mi turno y pasé el pasaporte, con mi mejor sonrisa, pero sin recibir una de vuelta. (Eso que me habían dicho que estos locos eran de lo más alegres.. ) El dolor de guata se incremento y en mi peor fantasía me sentí una lanza internacional. Eso sí,  no paraba de sonreír.
“How many months are you going to stay?”
“3 months,  i m leaving in december”
“Why are you visiting es”..
Ahí sí que me puse nerviosa. Pero sé que no se me noto:
“I have some friends living here. CHilean people”. No iba a decir que me venía a “visitar” a mi novio porque seguro pensarían que me iba a quedar (bueno, eso era exactamente lo que YO pensaba hacer)
“And what are you going to do during your stay?”
Otra patada en la guata
“Have the best vacation of my life”. No sabia ná yo que acá es re-poco lo que se puede hacer como turista.
Después de ojear el pasaporte, y escribir algo también, me miró y me lo devolvió. Y por segunda vez en menos de 24 horas, recuperé mi alma.
Había que bajar otra pequeña escalera, para llegar al retiro de las maletas. Ahí estaban mis compañeros de vuelo, esperado por las suyas, me alegré de verlos y les hice una seña, mientras corría a la cinta, porque mis maletas estaban justo pasando.


Con mis bultos en las manos, me fui a despedir del matrimonio y el señor me obsequió las 100 nairas (= $500) que necesitaba para el carrito porta maletas. Yo solo tenía 50 que mi novio me había regalado a modo de suvenir la última vez que nos vimos.
Cuando salí del aeropuerto, rodeada de jovencitos que querían ayudarme con las cosas, y vi a mi novio ahí fuera, brillando en la casi total oscuridad, sentí que las almas que habían retornado a mi cuerpo las 2 veces anteriores que conté, no estaban completas. Ahora si me volvía el alma entera al cuerpo. Entonces supe que el viaje recién estaba comenzando.