viernes, 1 de octubre de 2010

¿ Donde me vine a meter ?

Como podría yo hacerle justicia con mis descripciones, a un país cuyo presidente se llama Buenasuerte Juan? O para que se ubique ud. mejor,  Goodluck Jonathan. Y no al revés como la lógica alegaría.

Les digo que estaré siempre hablando de Nigeria desde el asombro, la curiosidad y la occidentalidad. Porque aunque es parte de occidente, esto es esencialmente África y eso la  hace harina de otro costal.
Las dos primeras semanas,  cuando me preguntaban cómo era esta ciudad, Lagos, yo les decía “es como viña pero con 10 millones de habitantes”.  Pido disculpas públicas, ya que eso no es cierto. Mentí por ignorancia.  Con una superficie de 1000 kms2, según el censo de 2006, era habitada por 8 millones de personas, que llegaban al mundo en cantidades de 275.000 por año. Por lo que he escuchado,  hoy estaríamos siendo más de 15 millones los que compartimos aire acá.
Lagos tiene 3 puertos, 2 lagunas, 3 islas (yo vivo en Victoria Island) y unas ricas playas Algunas publicas y otras privadas.  Pero es harto más grande que Viña. Las islas son como las comunas y están conectadas por 3 grandes puentes. Cuando uno conoce gente y le preguntas donde viven, las respuestas posibles son: Victoria Island (Las Condes) Ikoyi (Providencia, Ñuñoa,) y Lekki (Vitacura, Barnechea). Nunca he escuchado que alguien viva en Lagos continental , también conocido como el Mainland y que es la papa misma, el verdadero Lagos, algo así como Santiago Centro, Patronato, la Florida, San Miguel y Maipú todo en un mismo lugar y mezclado.
Hasta el 91 Lagos fue la capital, pero no sé bien que pasó porque ahora no lo es más. De todas formas, es la cuidad mas prospera del país, con el “mejor nivel de vida” según wiki. Yo diría, con “el mejor desequilibrio entre niveles de vida”. Porque así como se destapan casi solas las botellas de champaña en la naitlife, muchos que trabajan duro, no ganan ni el cuarto del sueldo mínimo Chilensis. Los bancos, son lo que las farmacias en Chile: hay al menos 3 por calle corta y más de diez por calle larga. En serio parece que es el único indicio de que este es un país súper rico por su petróleo, ya que gran parte de la población no tiene acceso al agua potable ni electricidad durante todo el día. Acá en los concursos de las multitiendas, la radio y la tele, te regalan generadores y viajes a ver al Manchester en UK
Si bien las obras viales importantes, como un par de “costaneras” y los puentes tienen buena pinta, alumbrado en la noche y se mantienen en condiciones “decentes” (dixit wiki), el resto de las calles tienen más eventos que la Angie Alvarado. Es más, creo que la mayoría de las calles chicas no está pavimentada, y eso me afecta al punto de querer de vomitar. No existen las veredas como tales, solo un espacio entre la calle misma y los estacionamientos, para caminar prácticamente esquivando a los autos. Los semáforos también son escasísimos; (en un mes no he visto más de 5). Para cruzar la calle hay que tirarse no más, y eso a mí me dio susto la primera vez que quise ir sola a la galería del frente. Me devolví a la casa sintiéndome una blanca penca y poco osada.


Moverse en el paisaje anterior, es una aventura. El sistema público tiene micros parecidas a los transantiago chicos. Se llaman LAGBUS, son rojos y escasos. También están los furgones como de transporte escolar, amarillos, blancos o grises. Esos son los más usados y avanzan con la puerta de atrás abierta. Me imagino para capear el calor.  Pero mis favoritos son los tuk tuk, (así se le dice en Asia a estos autitos de 3 ruedas y semi redondos). Son originales de la india, y acá tienen otro nombre, que no me lo sé.  También hay taxis, sin taxímetro.  Y por último, tenemos a la  recientemente prohibida OKADA: una moto que avanza rauda entre la multitud de autos, llevando como máximo 2 pasajeros más el conductor, todos con su respectivo casco. Aunque hace como 3 meses fueron prohibidas por protagonizar muchos accidentes, la okada sigue siendo el medio de transporte preferido por los Lagosenses. Subirme a una es mi próximo desafío.
 El taco es pan de todo el día. Se suman la cantidad de autos a las pésimas condiciones de las calles. El otro día tenía que ir, póngase usted de Manuel Montt a Los Leones, eran las 4 de la tarde, y estuve 1:30 en el camino. Moviéndonos de a 3 metros por vez. A falta de veredas, el “go slow” es el escenario del comercio ambulante. Mientras uno está ahí con cara de poto en el taco (cada uno lo sobrelleva como puede), desfilan por la ventana un sinnúmero de hombres vendiendo desde tarjetas de celulares, hasta tapas para wáter. Libros, revistas, relojes, maquinitas de ejercicio, bebidas, y así.  Se te pegan en la ventana, mostrando su producto, insistentemente, y ahí se quedan al menos 2 minutos. Uno quiere mirar, todo el rato, pero como que da lata porque ellos se ilusionan y mas insisten porque creen que les vas a comprar. Lo que más  me da impotencia es cuando pasan con revistas tipo Glaomour, o de farandula local, porque quiero mirarlas pero no me atrevo.


Como casi no existen semáforos, ni señalizaciones del tránsito, (al menos no las he visto, y si hay nadie las respeta) el sistema que existe en las calles es un entramado que los conductores tienen de alguna forma metido en su cabeza, y que los ayuda a manejar dentro de esta selva sin morir en el intento.  Los autos andan puro tocando la bocina para avisar a los otros que allá van y que van a pasar no más. A veces se puede ver a algunas chiquillas tipo policías dirigiendo el transito en las zonas “complicadas”. Una de ellas me ayudo a cumplir mi sueño de cruzar la calle hacia la galería que hay al frente de donde vivimos. “Help me my sister” le dije, y ella paro los autos para que yo pasara.
Aunque el concepto citadino (no digo urbano porque ya es un cliché) acá no tiene nada que ver con los que hemos vivido la mayoría de nosotros (te incluyo, querid@ lector@) y aunque extraño poder caminar con libertad por Providencia, el Centro o algún parque de Santiago estoy disfrutando de  Lagos: una ciudad  viva, colorida y contaminada, que se mueve al ritmo de las bocinas locas y del vaivén de sus palmeras.